Lautreamont
“Maldoror”, Canto IV, estrofa 4.
“Me hundiré con el continente que habito, con mi siglo y con mi pueblo, con la tierra entera y sus planetas, con los ejércitos de los ejércitos, rugiendo, en el espantoso océano infinito que soy y del cual soy náufrago, (…)”
Pablo de Rokha
“Le satyre chanta le terre monstrueuse”
Victor Hugo
a Ethienne A. Fernández Castillo,
hermano y pregonero,
perdido a la amanecida del tiempo.
Prologo-Manifiesto estético
“SOBRE LA NECESIDAD DE LA POESIA NEGRA”
“Estamos mas solos cuando vivimos el mito”
Alejandro Magno
Las pulsiones y el debate interno de estas por liberarse, conflicto que se desarrolla en las simas inaccesibles por la normalidad, la evocación de los instintos criminales, las bases del morbo, la angustia y el sentimiento trágico mediante el cual se revela la vida humana en toda su intensidad, la sublimación de los deseos o el arte como tal, el peligro como la negación de la angustia y el peligro sublimado como placer, el combate a ciertos elementos de “angustiosidad” occidental como la religión y sus aliados naturales, la burguesía, el estado, el fascismo y el capitalismo, la rigurosidad del sentido de creación y visto este último como el sexto sentido no desarrollado de la mente humana... convertido en un deber de la misma. Tal es la larga y gigantesca ponencia que anima a lo que debemos denominar como el fenómeno de la Poesía Negra, mas bien, “evento” de poesía, circunstancia mediante la cual el espíritu tiende a la liberación de sus ataduras a través de la concepción libre de postulados estéticos que digan relación con la rigurosidad de la experimentación sensorial.
Tal necesidad de la Poesía Negra, una necesidad que trasciende (o ha trascendido) la variable de los tiempos históricos, puede verse fundamentada en hechos claros que en ningún momento revisten características de situaciones fácticas; Las corrientes de pensamiento que traspasaron la sociedad y que lograron transformarlas para cambios del bien común tendieron a un solo fin y que es el de la libertad del hombre: Sócrates padeció bebiendo la cicuta por orden del estado ateniense acusándosele de “corromper a la juventud” y fue Sócrates quien educó a Platón y este a Aristóteles e incluso, para ser mucho mas básicos al respecto, Tomás se sirve de las enseñanzas aristotélicas para fundar la escolástica y abusar de la fe fundamentándola en la calidad humana de la filosofía clásica. En Roma, el gran Plauto tenía que leer sus obras dramáticas y satíricas al decadente período de fines de la República en medio del polvillo de harina de la panadería en la cual trabajaba para no morir de hambre mientras que en pleno Renacimiento la representación de sus obras eran aplaudidas a rabiar por un público cada vez mas afecto al ideal clásico de la belleza. No habrá referencia al oscuro período del Medioevo sino a un solo hecho y que es el del tristemente célebre alzamiento de la “Jacquerie” en Francia, reivindicación campesina por una justa repartición de la tierra; Galileo fue perseguido por la grotesca Inquisición ante sus descubrimientos y teorías... los aborígenes americanos fueron declarados seres “sin alma” por la Santa Iglesia Católica, condición que hasta no hace mucho aun detentaban... la Revolución Francesa, llamada “la Revolución Burguesa” y que partió como una reivindicación de los derechos individuales y colectivos frente a la tiranía y la miseria de un pueblo francés cada vez mas empobrecido, degeneró en la catástrofe aventurera de un Napoleón ególatra y reaccionario... y en el terreno de las ideas, el ideal de ilustración y libre conciencia fue aplastado en toda su dimensión por la censura y el oscurantismo.
Pero las ideas, si, las ideas, no han logrado sucumbir ante los atentados a mansalva de las instituciones aludidas en estos mórbidos pasajes del discurso histórico y esto tiene que ver en directo con la Poesía Negra.
La poesía Negra no es una escuela estética nueva. De ningún modo. Son las diversas teorías y conversaciones estéticas concernientes a las vanguardias de principios del siglo XX.
Animados los artistas por un afán subversivo, -en verdad, un afán verdadero- el discurso Dadá de la necesaria destrucción de los sistemas, el rigor intelectual-artístico del surrealismo y la conexión psicoanalítica a la luz de Freud representan el grado de perfección de los sistemas del cálculo de la personalidad; de lo anterior, fácil y seriamente se plantea a la mente humana como una máquina perfecta, disciplinada y rigurosa cuando se alza en la superioridad de los deseos. La liberación de las pulsiones y el quiebre emocional-cultural profundo que se manifiesta en los instintos no puede ser mas grave y doloroso para el individuo que lo sufre y siente, pero la recompensa es la libertad.
Existe tanta ciencia en el descubrimiento de la penicilina de Fleming como en la Tercera Sinfonía “Eroica” de Beethoven porque para ambos, tras años de estudio y rigurosidad de enfrentar los problemas de los hombres, los dos animados por el miedo horroroso a la muerte –revelado en la angustia y la negación de esta en el placer, que mas adelante se fundamentará- se dejan elevar en la evanescencia de la mente para rebelarse ante los terrores de morir en la mas absoluta indefensión frente al tiempo... y los debates siniestros en las oscuras horas del sueño y la vigilia atroz por llegar al final de sus proposiciones hizo de sus mentes un constructo preparado para una guerra que tendrían que librar contra la angustia, o dicho sea de paso, contra las instituciones que en gran medida y que en nuestros tiempos, la provocan. Nuestros héroes quizás triunfaron y en ese triunfo se manifestaron las características de lo negro.
Nada así, debe estar ajeno a lo negro, pues como se señaló con los ejemplos inscritos en nuestra historia occidental, la rebelión en el campo de las ideas no es solo contra las pulsiones que todos escondemos en los márgenes mas inexpugnables de la personalidad sino contra el “establishment”, el status quo de las instituciones y de los valores que destruyen la vida, la esencia de las cosas. Porque contemplar el paso del tiempo a la vera del camino no es mas que sentirse aliviado de no intervenir en el seguro curso de la existencia... pero es el seguro curso de la muerte lo que se contempla, desdichado lector. Sí, es la seguridad de vérselas con lo plenamente humano y que es la capacidad libertadora del espíritu. Porque así el homicida se creyó libre al enterrar su daga y verse chorreado de la sangre de su víctima, suceso que no dura mas que segundos y que es el deleitarse mirando la expiración del caído. El asesino actuó dominado por su afán de placer, desde lo negro. Entonces, aquél que observa al borde de la vía el transcurso de su existencia, en la angustia de creerse tan vivo... ¿No tiene derecho a la libertad? ¿No le es inherente el ignorar la sentencia de romper contra los cánones que le provocan ese miedo, esa incertidumbre de saberse perdido ante la seguridad de la muerte? ¿Tiene derecho, lector mío, ese ser humano de rebelarse y actuar en su tiempo, no para ganarle a la vida, sino para destruir lo que niega la vida y actuar desde el placer? Toda gracia viene del propio ser humano y esa gracia le permitió al hombre desterrar ciertas imágenes, aun muy presentes pero mas débiles que en su entonces, como Dios, las leyes, los déspotas y el clero, ente castrador de tantas generaciones brillantes.
La revolución, la subversión, el paraíso en la tierra, la patria universal de los trabajadores, ese sueño tan acariciado y en cuyo nombre se han alzado tanto hombres del mundo parece haber caído en el bolsillo roto de las ilusiones insulsas. Parece, amigo mío lector... parece. Y digo que parece por que las ideas, aunque estén sin acción, esperan su momento de saltar con el fusil brioso de la liberación y la Poesía Negra, la verdadera poesía –porque quien no entienda a la Poesía Negra como el único destino posible de toda la poesía es un oligofrénico patológico- siempre ha estado allí, segura de sus ejércitos. Porque en este tema, la calidad subversiva del poeta negro, el carácter terrorista de la pluma y el agudo filo de la palabra acertada es, reconozcámoslo, mas letal que el necesario cianuro. Y ese actuar desde lo negro que es la liberación del hombre de toda clase de trabas atentatorias contra la felicidad y el placer es el mismo que el del acto poético.
Así entonces, reconocer que subversión y poesía es y ha sido una ecuación omnipresente en toda época de los tiempos de occidente es ya un gran paso. Yo recuerdo una clara y lúcida sentencia del gran poeta Pablo de Rokha: “La batalla de la vida esta perdida de antemano, pero lo heroico es ganarla” y recuerdo ciertamente, mi amable pero desgraciado amigo lector, cuán verídico y cuánto contenido de lo negro hay en esa frase, cuánto de poesía negra y cuánto de certeza histórica se avizoran en ese grito desgarrado de terror vital, de miedo pero de gran entereza y rebelión. Increíblemente esas letras cruzan todo el discurso que trato de fundamentar, quizás también, y por qué no decirlo, tan lleno de contradicciones que a la vez lo hacen creíblemente tan humano.
Ahora, he hablado de lo negro como el placer. Pero no es un placer derivado de una necesidad intrínseca del hombre por olvidarlo todo, un hedonismo desenfrenado como tiene el capitalismo esclavizado al hombre de hoy. Y la formula para poder explicar que la necesidad de lo negro es tan humana como el agua que nos mantiene con nuestros cinco sentidos declarados en plenitud abiertos, es sublimemente simple. Ha existido siempre una preocupación por el ser, hacia dónde camina y la necesidad única del ser, la naturaleza denominada como ontológica. El ser para muchos se podría revelar en variadas proposiciones, pero esta discusión ha llegado para felicidad de todos, a su fin: la nada. El ser se revela en la nada, y esa nada es la angustia ante la única certeza que es la muerte. Los últimos tiempos de la filosofía se concentraron en estas afirmaciones pero es Heidegger quien resulta ser el mas claro al respecto.
Denominado el ser como Dasein, hombre en su existencia, se sitúa frente a la vida como un individuo que se va haciendo ante un todo de posibilidades para elegir, se va perfeccionando, si lo quiere, en su caminar frente al tiempo y su temporalidad que constituye un elemento propio de este Dasein, pero indeclinablemente se da cuenta que es finito, que todo proyecto en la existencia está trunco ante ese ente que es la nada, ese hecho ineludible como la muerte. La angustia es temor, este último es temor a algo, la angustia es de la nada: “Todo hombre, desde que nace, es ya lo suficientemente viejo como para morirse”. La muerte es esa nada en lo que se revela la vida.
Y amigo mío lector, vos te preguntaréis ¿Qué tiene que ver el placer ante todo esto? Toda decisión tomada por el hombre esta tomada desde la óptica del placer pues éste es la negación de la angustia producida por el terror a la nada que es, en definitiva, la muerte. Y el placer esta íntimamente relacionado con lo negro, pues el placer y sus actitudes están siempre reñidas con toda moral pues lo negro es inmoral y antiético, resultando una enmarañada cadena que se libera desde las pulsiones; el Psicoanálisis es mas claro al respecto sosteniendo que la madre de todas las patologías, la Neurosis, es desencadenada en gran medida gracias a la responsabilidad de la pugna horrible que se desarrolla en la mente humana por liberar estos deseos a toda costa, pero muchas veces irremediablemente frenados por la estructura del yo de la personalidad. Al liberarse las pulsiones para la obtención del placer se produce el fenómeno de lo negro. Consecuentemente, todo instinto, toda luz, todo fuego y todo impulso que proviene desde los deseos, el crimen y la subversión son lo mismo y es ahí donde está en juego la libertad humana. Tomando la bandera de la defensa de la vida de Nietzche –que es lo único cierto que tenemos fuera de la muerte- existe una posibilidad bien determinada mi querido amigo lector, de que seamos en esencia mas dionisiacos en nuestro ello y patológicamente apolíneos en nuestro yo. Y la Poesía Negra es eso, libertad y subversión, homicidio y terrorismo, voluntad e impulso... Bacum omni obra. Entonces, en el superyo, debiese estar lo terrible y convulso, Ares, el guerrero, para quien toda lógica está supeditada al arte de la guerra y el conflicto.
El impulso de creación, no necesariamente es un impulso de belleza. La estética puede ser que se defina como la perfección de la formas, pero yo, estimadísimo lector, debo hablar ante vos con toda la fuerza de mi verdad. Digo y sostengo que la estética es limitada, pues es en verdad la perfección de las formas, pero de las formas evidentes, jamás del esfuerzo intelectual. Falsa y retrógrada es la obra de arte bella en extremo cuando el conflicto del artista por darla a la luz debe haber sido un parto desgarrador como madre primeriza o como grito de virgen desflorada con virulencia. La estética hasta no hace mucho representó y se dio en opinar solo esas perfecciones, pero gracias a las vanguardias, el instinto creador desde las remotas regiones de la mente apareció con su redentor salvoconducto de libertad y alivio.
Para la Poesía Negra, no hay estética de la belleza ni estética de las formas, porque para el poeta negro solo hay liberación de pulsiones en su hacer poético y que una vez liberadas y emergidas a las aguas ácidas del mundo se enfrentan a las verdades de la disciplina y la rigurosidad del conocimiento; la belleza se presenta retorcida, gárrula, horrible y a veces hasta marginal, pero hace de estas afloraciones rigor en la búsqueda del alivio mediante el placer. Para el poeta negro no existe el poema. Sí, no hay poema ni versos sino el acto poético, porque la poesía es un hecho, una condición, un estado mental y el poema es sólo el metabolismo del poeta. Todo poeta debe entender esta condición como rebelión ante las formas del arte que han venido heredadas por los entes generadores de la angustia como por ejemplo el capitalismo o la iglesia.
La Poesía Negra produce obras de arte genuinas y rigurosas, preparadas muy bien ante los ataques que ha de sufrir por las instituciones; debe irrumpir en todo los escenarios posibles dando a conocer sus discurso de libertad del hombre y de los nuevos tiempos para la poesía que debe nutrirse, repito, de lo negro y lo negro reside en lo mas profundo de la personalidad. El poeta negro hace poesía desde su esencia mas fina y debe luchar por expulsar las fuerzas tempestuosas día y noche, mas la última, la verdad; debe portar carabinas en su diario acontecer, debe alzar la bandera de la rebelión como también del estudio y la disciplina y ante todo, ser poeta, pero ser poeta negro. Aquí yo recuerdo a Jorge Teillier en su afirmación sobre el ser y la misión del aedo: “El poeta es el guardián del mito hasta que lleguen tiempos mejores”. Y cómo no, mi amigo lector. Como no va a usted a coincidir con esta afirmación considerando a la poesía como el mito, como la exaltación a una divinidad inconfesable, como querer tener en las manos mas dedos que estrellas desconocidas se reflejan en las turbulentas aguas del tiempo.
La Poesía Negra, la autentica poesía, es la plástica de los que están al fondo de todo, en lo recóndito de la marginalidad humana, en lo subversivo del pensamiento y de las situaciones, en la amargura vital ante el terror de las cosas perdidas, de las personalidades desenfrenadas imbuidas de ese fracaso vital, recurrente y veraz, de la situación mental extrema, perdida en el pozo sin fondo de la desesperación ante la desesperanza, la poesía de error y del terror, del miedo, la opresión y del destino desmemoriado de las masas mendicantes… de la soberanía indisoluble del riesgo y de la insaciable sed criminal de la destrucción y de la autodestrucción, del fin corpóreo y del alivio de la angustia. Para los que viven en el fondo de todo vórtice, en el excremento de las ciudades y al fragor del delirium tremens voluntario, voluntarioso y casualmente accidental. La Poesía Negra es para ellos, para los que están desprovistos de aquella eternidad maldita del canto absurdo, cobarde, andrógino, casto y puro.
Y arriesgando toda la piel sensiblemente punible... malvenidas las almas errabundas que osan penetrar en las heridas lágrimas de las tinieblas de la poesía bebiendo de su veneno, aguzando su puñal, porque ella es negra como el espíritu y llora como la ramera Virgen desflorada... para siempre... porque ha perdido su alma y esta vuela libre... porque ha descubierto que es negra, ¡que siempre ha sido negra! que se perderá en los márgenes mas remotos del recuerdo. Si, negra, muy negra y para siempre...
Dios no permitió la videncia a los poetas, pero Rimbaud desafió a Dios y lo asesinó de una formidable estocada permitiendo la videncia a todos los poetas desde entonces. Y los destinos negros, la inoculación del veneno a las letras no tardó en contaminar con su lepra benévola al espíritu del mundo quitándole el sueño y robándole a zarpazos el alma desde su litera.
La alucinación, el demonio de la irracionalidad, la sensualidad del desacato a la prohibición, son todos ellos los baluartes de la condición humana creadora pues para crear, la mente debe explorar… debe recorrer las cárceles en búsqueda de los peores criminales para luego en detención, escudriñar morbosamente en sus impulsos y comprender el desarrollo y consecuencias del acto homicida. Así, consecuentemente y como una cadena en el crimen, el poeta negro debe darse en visitar los cementerios y sus fosas comunes, recoger huesos sueltos y sentarse con ellos posicionándolos alrededor, como en asamblea “shakespeareana” y escribir, escribir… escribir tanto como se ama la muerte y contemplar en la desecración humana de la nada, la miseria del ser. Entonces es ahí cuando el poeta negro, en consecuencia –repito- con sus deberes intelectuales muchas veces reñidos con la moral, que siempre debe serle ajena, ha de disparar contra el mundo sus mejores poemas llenos de tedio, rabia, dolor terrenal, horrores y ante todo, oscuridad sensorial, esa oscuridad que debe acompañarle siempre como el instinto sexual y que no ha de abandonar nunca ni menos, reprimirlo.
Y como siempre el poeta, que a decir del gran Baudelaire –loco, delirante y genial- “Cuando por mandato de un supremo poder, aparece el poeta en este mundo hastiado” busca, sí, busca las supremas vivencias en sus viajes, pues como es vidente y enajenado, mas no consigo mismo, otra de su obligaciones es conocer los parajes mas recónditos del globo. El poeta negro en su afán de encontrar la piedra maldita de la poesía, ha recorrer comarcas y hacer víctima de sus peores maledicencias a quien no le tienda la mano en su cruzada negra por liberar al arte de las cadenas que siempre la han atado en esa cima del monte que es la personalidad colectiva de los hombres modernos.
En el instante mismo de la renuncia a todo, el olvido del pecado y de asumirse uno solo como el ídolo propio que siempre ha sido, la conciencia transformada por obra del ello en plenitud a través del pensamiento libre del impulso inconsciente, único y verdadero, puede que se encuentre débil pues se le ve desnuda, sin otro artilugio exterior que asumirse podrida en la vergüenza social; se despojaría perfecta la personalidad del poeta negro si no tuviera que reclamar para sí la propiedad de la belleza elevada a la mas alucinante de las categorías. Es recién ahí que el conflicto expuesto puede acarrear la desgracia definitiva, eterna diría yo. Pero no hay de qué preocuparse pues para la Poesía Negra la planificación de sus actos, mas que espontáneos, son deberes recíprocos entre el poeta negro y la Poesía Negra. El suicidio es para el poeta negro, mas que un derecho, un deber. Tales son los dos únicos caminos en el deber del verdadero poeta negro.
Toda muerte es solo el trámite hacia la seguridad de no estrellarse lentamente hacia la nada, sino evitar ser laceado por ese jinete que es el Demonio y que reside a “piacere” en la habitación de todo poeta negro y que es desaseada a la manera de cloaca pues debe estar decorada por el desorden y por cadáveres que el aedo ha recogido en sus caminatas diarias por el cementerio de la aldea de la cual es originario. Yo digo aquí que el poeta negro no debe ser laceado sino él lacear a este demonio y montarlo y cabalgar sobre las naciones sacándole las tripas con la espada del idioma a lo que niega el placer, porque el asesinato y el incendio serán placer en la medida que el poeta negro azuce a las masas con este fuego que es la Poesía Negra.
Poesía Negra, subversión mediante el horror y la rebelión frente a la nada.