I
ICONOGRAFÍA
DEL
MURO DE LOS LAMENTOS
El muro de los lamentos...
catástrofe de Dios.
ICONOGRAFÍA
DEL
MURO DE LOS LAMENTOS
El muro de los lamentos...
catástrofe de Dios.
LA DERROTA FINAL DEL TIEMPO
“Seguiré junto a ese fuego que para mí
es el corazón del peligro. Después de todo
no encontraré mas rastros que esos que siempre deja
la nostalgia del adiós.”
Enrique Gómez-Correa
I
Dolorosa introspección viva de la memoria
Guardo en una vieja y acostumbrada taberna de mi mente
Los pequeños guijarros de dilatados viajes
Sepultados por las avalanchas de la ausencia
Arrumbados en las soeces bodegas que se duermen
En las playas inexpugnables de la memoria
Las ruinas del alejamiento
Las demoras de la tarde
Las inclemencias de amarillentos itinerarios retozando a la manera de escapularios
De la infancia raída
La depilación temprana de los delirios
El ambiente profanamente exquisito del error
La máquina demoledora de la gran luminosidad de las ciudades
Todo lo dejé de conocer a cambio de dos minutos con la realidad
Pero es entonces el amanecer desahuciado
Por la catalepsia de la imaginería que detesto
Que el tartamudeo inserto en los ropajes
Busca la lividez de este sopor enorme
Abunda en sus colosales ansias de marinería
El hedor inútil de la creación
Cuando rompen con sus martillos el silencio de las bestias inmundas
Que atosigan nuestro pretérito empeño de bestias inconscientes
De sus inmisericordes deudas y fracasos.
ORA PRO NOBIS
II
Conciencia de caída
Discuto la necesidad de una noche
Contra lo cierto de sus materias
Son abismos sus porosidades
Que profitan de la incertidumbre y trepanan nuestras desorientadas
Iluminaciones de cuervos estériles
Borrachos de pobreza elemental y cáustica
Tal vez fue por ello
Que la mirada de todos y a todo está cansada
Jamás han llegado los cigarrillos rotos
De la ciudadanía del océano
Hasta la desgastada ventana de la tarde
Sólo un viejo caballo en excéntrica carrera
Se estrelló contra una lámpara que quitó ternura a su cerebro
Las rosas robadas en eróticos cantos para ella
Una reina muerta en fragantes cartas de escritorio fútil
Cayeron laxas
Se las engulló furiosamente el primer aviador de turno
Un gorrión anciano de las comarcas marginales
Donde habitan los cactus heridos
Es verdad
El anillo de las épocas es el mismo
En las islas que aún no se buscan
Como en una pupila clavada en los muros
Del viejo puerto lacrimoso
Que anuncia su errático orgasmo
Con un impromptu de Chopin y sigue llorando
III
A una gitana maldita
Los masivos vicios de la carne estéril
Me conducen a los ácidos de tu bahía
Gitana infame
Degeneración de los arreboles
Sin conmiseración en la desgracia de los poetas hambrientos
Quisiera cumplir contigo lo que acostumbro
Para con los íconos sagrados:
Después de haberte contemplado en las mas variadas
Genuflexiones
Romper tus cabellos infectos tras mi embriaguez en ellos
Destrozar horriblemente tu armazón interna conmigo adentro
Quemar en el fuego del Dante tus lúgubres gemidos
Beatriz de la putrefacción
Y así contagiarte del asma que padecen las medusas
Cuando vomitan los llantos de los inviernos mas preferidos
A la distancia de tus insidiosos senos
Exprimirlos en desesperación como a los frutos víctimas
De la escarcha sobre la cual desangrarte
Arrojar al abismo de tus conjuros de la carne
La cicuta enferma del vértigo de morder tu luctuosa boca
Descuartizar las imágenes de la mentira demoníaca de tus ojos
Clavando vuestras pupilas a la proa de la nao
De mis placeres lúbricos
Hacer que las larvas del desenfreno
Socaven la intranquilidad siniestra de tus manos
Y en esplendoroso terremoto
Derrumbar los propileos de tus piernas piromaniacas
Reclamando exclusivo saqueo del templo orgiástico
Yacente en tus adentros delirantemente incendiarios
Del que te ufanas ante vuestros corrompidos adoradores
A quienes conduzco en mórbido ceremonial
Entonces así querría yo desvencijarte gitana malsana
Poco a poco y en duraderas jornadas
Para causarte un sufrimiento agrio como el que practicas
En tus criminales rituales del Estigia
Rasguñar sin la compasión de los dioses
La magia negra que reside en la fragua al fondo
De tus ojos miserables.
IV
Escisión definitiva de cuerpo y alma
La fumarola de un pájaro vencido
Asemeja la tentativa de un viejo wurlitzer
De rodar por los valles metálicos de su horizonte olvidadísimo
Caen los pantanos de la mañana
En la catarata sin control
De filmotecas perdidas
Desperté perdiéndolo todo
Con apostadores que no conocía
Aposté a mi mujer
Y mi vieja ánfora de rabias quemó las canciones
De la vigorosa fragata de este ateísmo consagrado
Tuve una mirada de archipiélagos robados y poderosos
Esa hembra cuyas fuertes y colosales piernas abiertas
Como jónicas columnas abrazaron mis echonas
En delirio frutal
Es la divinidad de jugos lúbricos y aéreos
Que menciono y busco en el frenesí de lo que no regresó.
Aquella fasta herrumbre y cuyos exóticos jugos bebí
En anárquicas jornadas me hicieron volver al Egeo
Como el sacerdote ritual mas próximo
Pútrido festival de blasones decadentes
Me llaman en colosal celebración
Yo animo sus juergas
Intimo con sus errores garrafales en el delito
Aplaudo sus determinantes voluntades
De arrancarles las cadenas
A las avalanchas que han fracasado con ellos
Terso e impávidamente monstruoso
Será el tiempo que camina por catacumbas
Que poseen bofedales y confunden el éter
Apresurando su paso torpe, febril y total.
ESCRIBO POR MI EXILIO
Hoy, la palabra no viene desde una bandera quemándose.
Ahora estoy ardiendo en vómitos sobre la columnata
del parque que me espera. Y en las antigüedades
y fierros retorcidos, el humo ya es sangre.
En el día, veo un mobiliario que se mece en los naipes
del caracol colgado a los televisores. Canta como
una ampolleta de invierno, en medio de la lluvia,
lejos del camino que no sosiega sus argumentos de
arena.
Porque las torres y palacios que pude construir
cuando dormía en la legalidad, yacen en el destino
suicida del eclipse errante.
Se pueden ver demasiadas luces desde este museo, se transforman
tantas sombras desde los hilos de la mesa, ellas se visten
de las mas amargas partituras como de un ángel ebrio;
los ladridos de los amigos nocturnos envejecen
sin remedio.
Y este es el nuevo sopor del que yo abundo. Lejos de
mis hechicerías y mis disfraces de mago seductor
en su ciencia de sepulcros abiertos, hoy
me retiro a los mas desgraciado de la guerra de mi época,
en la vanguardia visual y poderosa, que reconoce
ser un pintor fracasado de huracanes y academias,
inútil en todos los rodeos del fénix de la edad.
Así, se proyectan los árboles desnudos en el avión
mas próximo y no hay letra roja que no recuerde los
libros y discusiones abiertas que alguna vez
dieron motor a esos palacios proyectados; que no
hay legajos de archivos y papeles rotos que
no llamen a la amada, alguna vez amada en cuero, cuerpo
y alma, que no hay imagen que atraiga mástiles
de mármol viajando en su majestuosidad de cementerio,
también amado, sólo en alma.
Desapegado sobre las botellas mas exóticas, como de madera,
sobreviviente de combates circulares, el nuevo
aroma nace a lo inconcluso.
ANTE MI, UN CADAVER
Ante mí, un cadáver
Y el tiempo circuncidando
La escritura.
Los palacios crepitando la música de la Mar-Océano.
Ante mí, un cadáver.
Vamos a jugar con sus colores
En la noche de los sombreros
Las arañas van tipografiando
Las forma de sus rostros desaparecidos.
Vamos a navegar en los muros
Que se cosechan entre sí.
Estuve seguro en mi infancia
De que conocíamos las estrellas
Ahora que un avión pasa fumando
Sobre estos dominios de piedra
Estoy mas seguro
Que siempre fueron las hijas
De las estrellas muertas a quienes conocíamos.
Me ilumino en el cadáver.
Vamos a buscar sus formas
A reconstruir sus días demacrados
A investigar sus daguerrotipos
A resarcir la alquimia de sus olores
Y su vapor de espantos por la mañana.
Ante mí, un cadáver
El fango pordiosero de unos zapatos piromaniacos
Y el sonido de las piedras que caen
Sobre él para siempre.
Jugaremos al borde del incierto agujero
Labrado con el vaho del cadáver
Ojos y manos desprendidos.
Enciendo el explosivo cáncer
De la pestilencia desértica.
Ante mí, un cadáver
es el corazón del peligro. Después de todo
no encontraré mas rastros que esos que siempre deja
la nostalgia del adiós.”
Enrique Gómez-Correa
I
Dolorosa introspección viva de la memoria
Guardo en una vieja y acostumbrada taberna de mi mente
Los pequeños guijarros de dilatados viajes
Sepultados por las avalanchas de la ausencia
Arrumbados en las soeces bodegas que se duermen
En las playas inexpugnables de la memoria
Las ruinas del alejamiento
Las demoras de la tarde
Las inclemencias de amarillentos itinerarios retozando a la manera de escapularios
De la infancia raída
La depilación temprana de los delirios
El ambiente profanamente exquisito del error
La máquina demoledora de la gran luminosidad de las ciudades
Todo lo dejé de conocer a cambio de dos minutos con la realidad
Pero es entonces el amanecer desahuciado
Por la catalepsia de la imaginería que detesto
Que el tartamudeo inserto en los ropajes
Busca la lividez de este sopor enorme
Abunda en sus colosales ansias de marinería
El hedor inútil de la creación
Cuando rompen con sus martillos el silencio de las bestias inmundas
Que atosigan nuestro pretérito empeño de bestias inconscientes
De sus inmisericordes deudas y fracasos.
ORA PRO NOBIS
II
Conciencia de caída
Discuto la necesidad de una noche
Contra lo cierto de sus materias
Son abismos sus porosidades
Que profitan de la incertidumbre y trepanan nuestras desorientadas
Iluminaciones de cuervos estériles
Borrachos de pobreza elemental y cáustica
Tal vez fue por ello
Que la mirada de todos y a todo está cansada
Jamás han llegado los cigarrillos rotos
De la ciudadanía del océano
Hasta la desgastada ventana de la tarde
Sólo un viejo caballo en excéntrica carrera
Se estrelló contra una lámpara que quitó ternura a su cerebro
Las rosas robadas en eróticos cantos para ella
Una reina muerta en fragantes cartas de escritorio fútil
Cayeron laxas
Se las engulló furiosamente el primer aviador de turno
Un gorrión anciano de las comarcas marginales
Donde habitan los cactus heridos
Es verdad
El anillo de las épocas es el mismo
En las islas que aún no se buscan
Como en una pupila clavada en los muros
Del viejo puerto lacrimoso
Que anuncia su errático orgasmo
Con un impromptu de Chopin y sigue llorando
III
A una gitana maldita
Los masivos vicios de la carne estéril
Me conducen a los ácidos de tu bahía
Gitana infame
Degeneración de los arreboles
Sin conmiseración en la desgracia de los poetas hambrientos
Quisiera cumplir contigo lo que acostumbro
Para con los íconos sagrados:
Después de haberte contemplado en las mas variadas
Genuflexiones
Romper tus cabellos infectos tras mi embriaguez en ellos
Destrozar horriblemente tu armazón interna conmigo adentro
Quemar en el fuego del Dante tus lúgubres gemidos
Beatriz de la putrefacción
Y así contagiarte del asma que padecen las medusas
Cuando vomitan los llantos de los inviernos mas preferidos
A la distancia de tus insidiosos senos
Exprimirlos en desesperación como a los frutos víctimas
De la escarcha sobre la cual desangrarte
Arrojar al abismo de tus conjuros de la carne
La cicuta enferma del vértigo de morder tu luctuosa boca
Descuartizar las imágenes de la mentira demoníaca de tus ojos
Clavando vuestras pupilas a la proa de la nao
De mis placeres lúbricos
Hacer que las larvas del desenfreno
Socaven la intranquilidad siniestra de tus manos
Y en esplendoroso terremoto
Derrumbar los propileos de tus piernas piromaniacas
Reclamando exclusivo saqueo del templo orgiástico
Yacente en tus adentros delirantemente incendiarios
Del que te ufanas ante vuestros corrompidos adoradores
A quienes conduzco en mórbido ceremonial
Entonces así querría yo desvencijarte gitana malsana
Poco a poco y en duraderas jornadas
Para causarte un sufrimiento agrio como el que practicas
En tus criminales rituales del Estigia
Rasguñar sin la compasión de los dioses
La magia negra que reside en la fragua al fondo
De tus ojos miserables.
IV
Escisión definitiva de cuerpo y alma
La fumarola de un pájaro vencido
Asemeja la tentativa de un viejo wurlitzer
De rodar por los valles metálicos de su horizonte olvidadísimo
Caen los pantanos de la mañana
En la catarata sin control
De filmotecas perdidas
Desperté perdiéndolo todo
Con apostadores que no conocía
Aposté a mi mujer
Y mi vieja ánfora de rabias quemó las canciones
De la vigorosa fragata de este ateísmo consagrado
Tuve una mirada de archipiélagos robados y poderosos
Esa hembra cuyas fuertes y colosales piernas abiertas
Como jónicas columnas abrazaron mis echonas
En delirio frutal
Es la divinidad de jugos lúbricos y aéreos
Que menciono y busco en el frenesí de lo que no regresó.
Aquella fasta herrumbre y cuyos exóticos jugos bebí
En anárquicas jornadas me hicieron volver al Egeo
Como el sacerdote ritual mas próximo
Pútrido festival de blasones decadentes
Me llaman en colosal celebración
Yo animo sus juergas
Intimo con sus errores garrafales en el delito
Aplaudo sus determinantes voluntades
De arrancarles las cadenas
A las avalanchas que han fracasado con ellos
Terso e impávidamente monstruoso
Será el tiempo que camina por catacumbas
Que poseen bofedales y confunden el éter
Apresurando su paso torpe, febril y total.
ESCRIBO POR MI EXILIO
Hoy, la palabra no viene desde una bandera quemándose.
Ahora estoy ardiendo en vómitos sobre la columnata
del parque que me espera. Y en las antigüedades
y fierros retorcidos, el humo ya es sangre.
En el día, veo un mobiliario que se mece en los naipes
del caracol colgado a los televisores. Canta como
una ampolleta de invierno, en medio de la lluvia,
lejos del camino que no sosiega sus argumentos de
arena.
Porque las torres y palacios que pude construir
cuando dormía en la legalidad, yacen en el destino
suicida del eclipse errante.
Se pueden ver demasiadas luces desde este museo, se transforman
tantas sombras desde los hilos de la mesa, ellas se visten
de las mas amargas partituras como de un ángel ebrio;
los ladridos de los amigos nocturnos envejecen
sin remedio.
Y este es el nuevo sopor del que yo abundo. Lejos de
mis hechicerías y mis disfraces de mago seductor
en su ciencia de sepulcros abiertos, hoy
me retiro a los mas desgraciado de la guerra de mi época,
en la vanguardia visual y poderosa, que reconoce
ser un pintor fracasado de huracanes y academias,
inútil en todos los rodeos del fénix de la edad.
Así, se proyectan los árboles desnudos en el avión
mas próximo y no hay letra roja que no recuerde los
libros y discusiones abiertas que alguna vez
dieron motor a esos palacios proyectados; que no
hay legajos de archivos y papeles rotos que
no llamen a la amada, alguna vez amada en cuero, cuerpo
y alma, que no hay imagen que atraiga mástiles
de mármol viajando en su majestuosidad de cementerio,
también amado, sólo en alma.
Desapegado sobre las botellas mas exóticas, como de madera,
sobreviviente de combates circulares, el nuevo
aroma nace a lo inconcluso.
ANTE MI, UN CADAVER
Ante mí, un cadáver
Y el tiempo circuncidando
La escritura.
Los palacios crepitando la música de la Mar-Océano.
Ante mí, un cadáver.
Vamos a jugar con sus colores
En la noche de los sombreros
Las arañas van tipografiando
Las forma de sus rostros desaparecidos.
Vamos a navegar en los muros
Que se cosechan entre sí.
Estuve seguro en mi infancia
De que conocíamos las estrellas
Ahora que un avión pasa fumando
Sobre estos dominios de piedra
Estoy mas seguro
Que siempre fueron las hijas
De las estrellas muertas a quienes conocíamos.
Me ilumino en el cadáver.
Vamos a buscar sus formas
A reconstruir sus días demacrados
A investigar sus daguerrotipos
A resarcir la alquimia de sus olores
Y su vapor de espantos por la mañana.
Ante mí, un cadáver
El fango pordiosero de unos zapatos piromaniacos
Y el sonido de las piedras que caen
Sobre él para siempre.
Jugaremos al borde del incierto agujero
Labrado con el vaho del cadáver
Ojos y manos desprendidos.
Enciendo el explosivo cáncer
De la pestilencia desértica.
Ante mí, un cadáver
SEÑALES PERDIDAS
“He alcanzado el otoño total del pensamiento”
Charles Baudelaire
Había una señal
En las hojas de un volcán que volvían de la muerte
En orbe jugaba a ciegas
Saltando por el anillo del tiempo
Desperdicias la vida entera manoseando mástiles
De los que cuelgan las electricidades
De tu cerebro
Y se han llenado de semáforos
Las avenidas de nuestras existencias
Certero es el aire de marfil sangrante
Coronando la tarde coloquial de las golondrinas antiguas
Vamos a esgrimir angustia de mariposas
Un iceberg rojo gritará
Es el huracán de las edades de cemento
Amortigua el deseo y el licor de caracoles con sombrero
Pues es tan elegante que ha sido cosechado
De las arterias belicosas
En la caminata de una vieja broadcasting
Hemos de alcanzar la guerra-cerbatana de la tarde remota
De uvas ardiendo en esquizofrenia
Y Caronte nos llevará a las grandes casas
De la melancolía
Ahorcados de la tradición filosófica
De un Ágora indudable
Destino sobre destino
Aromáticas esencias en el reflejo de soles impúdicos
Disparos acribillando la cruz de tu vida
Dorados escritorios
Buscando a tus verdaderos padres
Descifrando sus olores a clavicordio herido
Te abrasan los vapores de muertos que reclaman un hogar
En el cerebro arrepentido
Por el camino de esa mañana
Ese infierno de la nada
Donde los hipopótamos corren
A hacerle el amor templos destartalados
Está el miedo de estrellas cañoneadas
Y el vómito de amores desesperados y desesperanzados
En la espera
El cielo se cubre con un lamento de basílicas
Es ella que viene desabotonándose el sostén
Y emerge una lámpara
Que te confunde de camino
Amas ese cuerpo y su tobogán
Sin ser Stravinsky o Piazzolla o Bach o Pachelbel o Albinoni
O Mozart o Beethoven o Brahms o Purcell o el buen Shubert
Todos ángeles de un aromático infierno
Le arrebatas a Satanás y a Dios
Esas melodías que dirigen la mar-océano
Pierdes la cuenta de los trenes que quemaron la noche
Y tu sueño
Debiéndole mas de algún daguerrotipo
Al maizal silvestre hijo de la lluvia
Él creció sin el permiso de las locomotoras
Pues hoy bebe cerveza
Y sus pies son más admirables que un maratonista
Sin haber peleado nunca contra los persas
Algún día tus ojos tendrán recuerdos
Y podrás darte cuenta de lo fácil que es
Perder la noción del tiempo
Cuando este se te ha caído de los dientes
No sin antes amanecer recostado en el Parnaso
Ella te adormecerá como acostumbraba hacerlo
Cada vez que visitabas sus palacios
Como un escriba hambriento
Recopilando los datos del censo de su cuerpo
Un cometa caerá con vos todas las noches que sean necesarias
Y en tu nublado cielo se esconderá el humo
De las edades que pudiste haber evitado vivir
Volverás alguna mañana ciego y nadie lo notará
Sólo los veteranos que habitan los árboles comprenderán
Que necesitas luz y agua la cual tus cabellos de años
Jamás y nunca mas extrañarán
ORACIONES AL DIOS DE LOS ESTERCOLEROS
“En la celda, en lo sólido,
también se acurrucan los rincones”
César Vallejo
***
No existe un solo fantasma que no tiemble a la hora del olvido, a la dramática menopausia de esos demonios que son la locura y los arrebatos. Todos fuman de su tabaco rojo, adoran a los juncos, se trepan a los balcones de una cordillera antigua oscurecida por el humo de un año que no trajo arreboles en su seno de cinco para las doce. Se cuajan los cementerios como a la manera del oficio de panadero de Plauto y los centímetros cuadrados del cielo se han hipotecado gracias al bolsillo de Dios-culebra. Entonces da lo mismo si este cielo es así en las Españas del oro, Bhután o Anchorage. Es el mismo que fuma su espera y así aparezcan sus proezas en la linotipias de las mañanas de España, Bhután, Anchorage o la Quiriquina. Viste trajes este cielo que impresionan al visitante de la penumbra y de la incertidumbre como embajador de los Partos y todos los pueblos que alguna vez bordearon el Mediterráneo ríen en un aplauso límpido, tanto trueque agota a las manos y a las doncellas de Apolo funeral... Llueve mas allá de los extramuros de la conciencia nacional de aquella fasta oxidación que es una república sin nombre y su única ley aceptada por el vasallaje de sus pueblos vendría a ser el tiranicidio.
***
Trepa a los cielos del Eterno la basura de las ciudades que sin precedentes fueron quemadas antes que Sodoma y Gomorra y sus espíritus inundan el éter porque el éter fue antes de estas mismas ciudades, el fruto del incesto entre una ramera y su abuelo y de allí nació un dios de muchas estrellas, homosexual y pederasta. Tal es el origen de las razas poderosas del mundo, el subterráneo de la realidad y la modernidad que acude a sus caprichos cuando lo desea. Este es el origen, la verdad, del Demonio y que es Dios y que es lo mismo y que su espíritu de masturbación hace derramar su eyaculación de universo sobre la cara de la pornografía del mercado. Se hace a las velas un gigantesco falo homicida y las naciones al fragor de la Biblia, que no son “los libros” como pretendió la ignorancia denominarla porque libro nunca ha sido sino instrumento válido del terrorismo del alma, invoca a una asociación de gangsters que son la modernidad y que es igual a la soledad de invadir un período del sueño, cualquiera sea su naturaleza.
***
...la antigua cáscara de la aurora no tarda en amansar a las bestias de la Primavera. Al sol le han agujereado el estómago con la picota de un andinista rogante en la horca del sueño de la siesta. Divide el ceño de ojos sanguinolentos y estira su mano aún operativa entregando toneladas de frejoles a las cenicientas campesinas que ya no gritan vivas a la Reforma Agraria pues han perdido los vestidos inoculados de tinta. Yo retorno con la mirada a la última ventana del helicóptero de mi abuelo. Miles de botellas enterré junto a él pero insiste en depositar a mi cabecera las monedas que yo robé de sus cajones. Cruzo por los ríos de la ciudad de la memoria rota y no puedo ahogarme. No. No puedo ahogarme pues llamo a los ruiseñores de la tarde. Un cortejo de televisores a tubo rompen el esqueleto de la rosa y las vías se retuercen en la escala de Mercalli; cae una mujer mientras pasea en bicicleta cuando las madres de materias gritan despavoridas en pos de un faraón persa. Dios de las desgastadas matanzas de las horas en no fui; Dios, ¡Dios! ¡Dios-culebra y Dios! Has deshonrado a la mujer de la bicicleta. En borrachera de rituales la compartes con tus ángeles mas expertos. Vomito la bilis de mi lenguaje y me aparto de las ansias de emperador con el cetro cuadrado como la noche del cono anverso del horizonte; pero ellos desean que me rebele antes de tres para las doce; las masas... no saben que ellas se topan en los arenales de un aterrizaje. Y las maletas jamás serán devueltas. Producto de las alucinaciones del éter, María escapa reclamando la virginidad al Padre mientras este lo aduce a la calidad de eunuco del Hijo. El Espíritu pierde su santidad convertido en cuervo y alza el vuelo sobre las cabezas de los que hacen fila en el lupanar cercano cuyo ángel proxeneta remata a la Trinidad a los mercaderes venidos desde todas partes y la confusión de lenguas ya no es tan enorme. Mas, el sentido prostibulario de los bandoneones hace exclusivos clientes a un Baudelaire y a un Góngora que se retan a duelo dándose de paraguazos por la nuca. En el vagar por la acrópolis de la armonía, se quema a lo bonzo T.S. Elliot alcanzando a susurrar los últimos versos en su walkie-talkie ya sin baterías. Temo para siempre denunciar su anormal estado para conversar. Dios de la basura, Dios de los hombres acusados de hablar en demasía y a borbotones; el Dios de las masas y el Dios de los mendicantes; Dios de Ave María y de la media mañana mientras el fuego se confunde con las transacciones de la memoria parida entre guerras; Dios de los neopreneros y del cartel de la esquina; Dios del festival de la agonía y que se lava los dientes y hace gárgaras con la orina del invierno, que envía sus desprendidos vahos a la muchachada desprevenida y hedionda de las afueras de la programación diaria... del orujo de vendimias de pueblos fantasmales; Dios de los comerciantes del Ática y del desprendimiento de la castidad de una vestal contemporánea a la cual nadie podrá encontrar; Dios de la masacre de quienes desfilan..., Dios de los piojos y la sarna que se contagia en los computadores compartidos y de abuso público; Dios de los onanistas y de la pantalla, que siempre es el mismo.
EL TRIUNFO DE LOS AMANTES
“Ella pasea por mi cuarto
como la sombra desnuda
de los manzanos en el muro
y su cuerpo se enciende como un árbol
para una fiesta de ángeles perdidos.”
Jorge Teillier
I
Manifiesto
No corras si vuestra sombra desea escapar a las lejanas comarcas
De la Siberia de mis años
Son mis años de antiguo chamán del viento sur
Que quemas las pordioseras horas
En la lástima de aquellas capitales que deseo conocer.
Te increpo desde la distancia de los cuerpos nuevos
Y en briosa danza de superiores eventos celestes
Cuido de vuestras tormentas que se convirtieron en el tobogán de las manos.
¿Dónde esta el vuelo herido de tu mirada de submarino que ahoga las indeterminadas ventanas robadas a mi sueño?
Los amantes no deben morir
Pus vos sois la columba que retoza cáustica y que desistió de anunciar
Los temblores raídos de cielo
Qué dolor siento en mi cabeza cortada por el idioma
Al derretir el plomo arcano de mi sangre en vuestras vasijas robadas del Egipto
De la existencia
Vos tornáis los fantasmas cámbricos de mi sangre y os escupís
Por debajo de la eternidad
Que amo y debiese conocer
II
Exhortación a la coronación de la reina
¿A qué os temo, reina de los dominios persas de mi desorden,
Madona de mis días cayendo sin remedio
en los desfiladeros ardiendo tiempo sobre tiempo afuera?
¿Cuál es la hora mas temible de la noche para vos?
¿Qué melancolía clava vuestro pecho de cordillera?
Te invito a que me concedas el interminable interrogatorio
Cuyos sánscritos documentos están anclados
En el reflejo abisal de tu mirada políglota
Os concedo el discurso inaugural de tu palacio
La dinamita que cercenó los planetas a Dios, que no existe
Como los demonios que yo pregono
Y que tampoco existen
¡Venid emperadores de todos los rincones del globo!
De la patria perdida de Alejandro y Darío
De las regiones nunca habidas por Roma
Y de los islotes hundidos del Egeo
Pues ella de aquellas comarcas ha llegado a gobernar
Con la mano duramente tersa del amor inacabable y de aguas subterráneas
Y expertas
¡Rasgad las cortinas de Delfos por ella!
Allá
Dónde las águilas cavan sus necios sepulcros
Habita el deseo de encontrar la delicadeza de su sarcófago único
En el arte del embalsamamiento de mis emociones.
Oh soberana de mi oscuridad caída
Adagio intravenoso que adivina mi pasado pleno de vacío
Mi sentencia perpetua
Sacerdotisa del silencio de mis adentros
Entrega mi cuerpo a la vía que guarda a mis verdaderos padres
Y a los cuales os perdí en una catástrofe mental
Descuartiza mi dolor y arrojadlo a las jaurías de bestias de lo irretornable
Ultimas hojas nacidas
En la borrascosa estación del invierno de mi mente.
III
Caminata por los ríos del cuerpo
Desearía en lo perentorio de mis pasiones
Erigiros un Partenón en la cima de mi rostro
Y elevar al crepúsculo de vuestra distancia de cada noche
Las plegarias que me habéis enseñado
Cariátide de mi tiempo
Cuando llegue el día inflexible de regresar a la Grecia de vuestra reconocida belleza
Yo seré el percusionista de las galeras de este lado de la soledad
Y del idioma que os regalé la vieja noche de la fulminante caída
En el tesoro de tus pies
Reina del Oriente que esfuerzo por conocer para mis días últimos.
Sol de mis profundidades numerosas gimientes para vos
Brisa de las playas órficas voy hasta Omega anclado a tus pechos
Lúcida lumbre
Mi flor marina
Mi diosa.
FUGA Y MELANCOLÍA PARA BANDONEÓN SOLITARIO EN EXPIRACIÓN MAYOR
…Astor Piazzolla viene inspirando.
En lo mas alto de lo recóndito del mundo
Donde las rameras queman sus antiguas lágrimas
De generales honorables responsablemente derrotados
En el fondo del barranco sin límites de la ausencia
Y del sol
Íntegros de penas que arden
A la deriva de un motor y su mundo de pájaros también heridos
Tu alma bandoneón mece en el fuelle al tiempo
Y este bosteza para no dormir con la noche
Pues la hace perfecta.
Llora príncipe de la nostalgia de las veintiuna horas
Caballero andante de la tristeza de las cosas
Mujer en la ausencia desesperada de un andén
Locomotora chatarreada en los patios de la estación
De un pueblo blanco
Gime viejo púgil
En el cuadrilátero del vino
Ronda tu espíritu el ángel de los violines
El Lucifer de la guitarra eléctrica
El abanico de emperador del pianoforte
Y la bonhomía de abuelo del contrabajo.
El espacio de las callejuelas
Que es sagrado como los ciclos de la muerte
Inunda ahora los corazones marchitos de los poetas
Que enloquecieron cuando dejaron de escribir
Al fragor de la bebida.
Y yo bandoneón
Que no conozco tu curda mas que la miseria
De mi viejo y olvidado embrollo de pueblo de provincia
Que olvida como todos lo olvidan
Que amanece menos de lo que las lunas antiguas oscurecen
Con sus embarcaciones ancladas a la isla de mi corazón que ya se fue
Interpreto tu pena como las estalactitas del idioma
Del que mis gestos abundan.
Bandoneón
El soliloquio de la noche es interminable y solitario
Como los ladridos mismos de sus últimos estertores
Como las historias del burdel amargo
Como las bragas comprometedoras de la puta veterana de turno
Como la promesa eterna de esas mismas noches de vino
De aquellos que amamos esos mismos besos de vino
Y lloramos la vida y sus destellos
Reflejando el dolor de la intención involuntaria del arrepentimiento
En el fondo irreconciliable de las copas semivacías
De nuestro convencimiento imperial
De haber sido aspirantes a próceres republicanos
En el fracaso de las palabras.
Uno nace con la sensación de ser un espejo en si mismo Bandoneón
De no desesperarse ante la peligrosa venida
De la locura desenfrenada y de las aberraciones del delirium tremens
Que se toman el lugar de la conciencia polar
Sin preguntar si algún escaño le pertenece
En la naturaleza inaudita del alma
Y su egoísmo de cementerios caídos.
Pero el alud de estambres fuera de toda primavera
Te remece
Bandoneón
Bautiza al espíritu del asfalto
En su pretensión de conversar con los mares recogidos
Por la aventura de la bohemia de las ampolletas
Y de una descascarada piel con hedores que enamoran a nuestro espíritu
Alguna vez cautivado por el capulí y la miseria de perfumes
Cuya exquisitez jamás dejamos de reconocer en su falsedad
Nos convocó en la imaginación de una aristocracia proletaria de pueblo chico y herido
Al desparpajo de burlarse de la heteronomía de las clases
Que siempre han caído y que seguirán cayendo en desgracia.
Bandoneón
Tu brisa marcada por los desaguisados de la pasión
Y lo prohibido que tu aire permite
Despiertan a la vida de los azares -porque en la vida se nace para ser héroes o para vivir en la mediocridad de los mártires-
Las revelaciones de perderse tentado en lo imposible de ganar
Pasiones más altas que las cumbres del vacío por dentro de los mismos deseos
Que ese afán por ganarle a lo heroico y épico que es vivir
Se parece bandoneón
A tu espina de rosa celeste
Como la noche celeste
Esa cual tu reinas.
CAMERA OBSCURA
Difícil será para los poetas de esta mañana
Escribir sobre las ancas seductoras de la modernidad
Mientras en París
Mallarmé describe el afán de los globos de colores que surcan el cielo enfermo
En la nada del aire.
Todo lo que se ha marchado está retratado a vivos colores
Detrás de la espalda.
La espalda es como la mujer que no duerme
En las desoladas horas de París
Porque toda soledad es la misma miseria de los ángeles separados
De la ciencia del bien y del mal
Y cada madrugada es una gota de sudor quitado no al sueño
Sino al deseo de ser alguien mas allá de la oscuridad polar.
Impracticable anhelo desahuciado de ser útil
La epopeya de las tardes del idioma
Resuena en su carácter de lluvia
Penoso
Como la naturaleza migratoria de los recuerdos
Son las sílabas de los árboles
Extraviadas tras las esquinas de cada una de las calles
De la creación.
Esta ciudad con su tabique nasal quebrado
En eterna hemorragia de lamentos
Cuyos coágulos no se encuentran solos, aguantan,
Porque no es París
Ni aunque lo sea
Estruja más allá de sus cerros
El estropajo que limpió mesas humeantes
Sobre cuyos prados secos se derramaron patologías
Que se fueron en globos aerostáticos más allá de sí mismos
Desafiando apresuradamente a la ley de gravedad
De las cosas inútiles
En el escritorio de los avisos comerciales
De esta mañana de la modernidad.
DILUVIO DE MEDIODÍAS
Fuerte
El estrépito de lo que no se conoce
Los caballos alados de la tarde en sepia
Un pantano con la memoria de cerros cuyas alturas y nombres
Pueden reconocerse en la noche
Fuerte
El grito de adiós
Adiós
Si
Adiós
Como bajarse de una nube que es un taxi
Levando anclas en un Parking
Suspendido sobre una cama de langostas de un Octubre que no es rojo
Y que ni se atreve a serlo
Por el exceso de ilusorias plazas enfermas y sin niños.
Adiós
El calibre de sus armas que no mienten ni avizoran
La cercanía de lo robado a las imágenes que cruzan
La totalidad de los viajes y de sus mares vivos
Yo cruzo un monte y veo vagones estacionados
En la obsesión del nunca más volver a verlos
Cruzo rápido por en medio de las ramas de follaje vacío
Y en la bacinica metálica de los lagos de arroz
Dibujos mapas de las enfermedades que padecen los caminos
Asemejándose sola
Toda sola
A la cartografía mecánica de las emociones
Que siempre degeneraran en soledades.
Este aguacero de papeles que hieden a antigüedad vacía
Como caja mortuoria de presidente desconocido
Este vendaval de echonas de guerra caducas antes de mancharse
Esta menstruación del cielo abierto en su profundidad de candelabros agobiantes...
Este adiós que fue celebrado antes de que naciera cualquier buque
El encuentro de dos mundos
Siempre ajenos.
Con el sueño y el olvido
Fuera del corazón del bosque
Que ya se quemó en las apuestas
De tahúres y mercaderes del templo de la palabra.